Editorial semanal: Pachamama

El 22 de abril, personas de todo el mundo celebraron el Día Internacional de la Madre Tierra. El retorno de Bolivia a la democracia también ha significado un retorno a su liderazgo en el movimiento para proteger a la Pachamama. Del 21 al 23 de abril se llevó a cabo en La Paz, Bolivia, una […]

El 22 de abril, personas de todo el mundo celebraron el Día Internacional de la Madre Tierra. El retorno de Bolivia a la democracia también ha significado un retorno a su liderazgo en el movimiento para proteger a la Pachamama. Del 21 al 23 de abril se llevó a cabo en La Paz, Bolivia, una conferencia llamada Re-encuentro con la Pachamama. Al mismo tiempo, el secretario de Estado de Estados Unidos, Anthony Blinken, fue anfitrión de otra cumbre climática internacional. Sin embargo, los mensajes fueron bastante diferentes.

El Norte Global ve esta crisis como otra oportunidad de lucro. Mientras en la cumbre de Blinken, personas como Bill Gates, el mayor propietario privado de tierras agrícolas en los Estados Unidos, hablaban de la energía limpia como una oportunidad de inversión, la reunión en La Paz hizo un llamado urgente para cambiar el modelo de consumo depredador actual y para tomar acciones decisivas contra el ecocidio y en defensa de los derechos de la Madre Tierra.

Si examinamos ampliamente la crisis climática actual, vemos que el sistema capitalista moderno está en su raíz. Primero, impuso un sistema de consumo basado en prácticas que debilitan nuestros ecosistemas, como el uso constante de combustibles fósiles y la deforestación. Esto, a su vez, ha provocado un aumento de las temperaturas y, por tanto, más desastres climáticos: inundaciones, incendios forestales, olas de calor, sequías y otros. Al mismo tiempo, el modelo capitalista de consumo también conduce a políticas sociales que debilitan nuestra capacidad de respuesta ante los desafíos climáticos. El modelo de consumo actual ha provocado un desarrollo desigual en todo el mundo y la explotación de unos países por otros. La acumulación de tierras, las instituciones y políticas públicas débiles, la dependencia extrema y la carga de la deuda externa, entre otros, reproducen la pobreza y hacen que las personas sean aún más vulnerables al enfrentar desastres naturales. Finalmente, también se debe considerar el impacto de la guerra. Por ejemplo, desde el comienzo de la campaña de Estados Unidos contra Afganistán en 2001 hasta aproximadamente 2019, el ejército de Estados Unidos debe haber liberado casi 1.200 millones de toneladas de gases de efecto invernadero a la atmósfera. El negocio de la guerra también debe reducirse drásticamente si esperamos cambios fundamentales en el planeta.

Por lo tanto, la única forma de enfrentar esta catástrofe climática debe abordar los efectos del capitalismo desde su raíz. Bill Gates y el Banco Mundial pueden reconocer que se necesita un cambio, pero ninguno de los dos cuestionará el consumo capitalista. ¿Podemos esperar soluciones mágicas de los mismos individuos e instituciones que han prosperado bajo este modelo económico a expensas de la mayor parte de la humanidad? “Tenemos que poner la vida del ser humano y la vida de la naturaleza sobre la ganancia”, dijo João Pedro Stédile de la Asamblea Internacional de los Pueblos en el panel Naturaleza de la Crisis y la Madre Tierra en La Paz.

En efecto, las nuevas tecnologías que reducen las emisiones son bienvenidas y necesarias, pero el acceso a ellas debe democratizarse, no imponerse mediante préstamos impagables y modelos de desarrollo que generen dependencia. Durante su intervención en la cumbre de la Madre Tierra, el presidente Maduro afirmó: “Hace falta el acceso al financiamiento y que a las nuevas tecnologías no les suceda lo que les ha sucedido a las vacunas, que la acaparen unos pocos en el mundo”.
Por último, abordar el cambio climático debe ser una responsabilidad compartida y no una nueva competencia. Durante la conferencia, el profesor Sandew Hira advirtió que «el cambio climático es ahora parte de la lucha política que Estados Unidos libra contra China y Rusia». Los pueblos del mundo no pueden permitir que las soluciones climáticas sean dictadas por la agenda geopolítica de Estados Unidos.

Notas


● Esta semana falleció Aristóbulo Istúriz, un líder clave de la Revolución Bolivariana, dejándonos un legado de compromiso con la defensa del socialismo venezolano. Maestro y líder sindical, era conocido por su firme defensa de los trabajadores durante los días del neoliberalismo y pronunciarse contra la corrupta democracia bipartidista en Venezuela de la década de 1990. Fue alcalde de Caracas y, posteriormente, bajo el gobierno del presidente Chávez, encabezó la campaña que, con el modelo cubano, erradico el analfabetismo en Venezuela. También fue una figura clave en el movimiento afro-venezolano. Ocupó importantes cargos en el gobierno durante su vida, entre ellos, Vicepresidente Ejecutivo, Gobernador de Anzoátegui y Ministro de Educación, cargo que ocupaba en el momento de su fallecimiento. El 4 de febrero de 1992, horas después de la rebelión militar que marcaría el inicio de la Revolución Bolivariana, Aristóbulo dijo en la Asamblea algo que encarnó a lo largo de su vida: “concebimos una democracia sin violencia, pero para que la democracia no tenga violencia, tiene que garantizar la justicia social, tiene que garantizar los derechos… ”

● Las celebraciones del 1 de mayo nos recuerdan la necesidad de una clase trabajadora internacionalista más fuerte y unida. Nos comprometemos con esta lucha y recordamos a los ocho mártires de Haymarket Square en Chicago de 1886, a quienes debemos esta conmemoración: 3 periodistas: Adolph Fischer, Albert Parsons y August Spies; 2 mecanógrafos: George Engel y Michael Schwab; 1 carpintero: Louis Lingg; 1 trabajador textil: Samuel Fielden; y un vendedor: Oscar Neebe.

● El 30 de abril, el “Médico de los Pobres” de Venezuela, José Gregorio Hernández, fue beatificado por el Papa Francisco. Considerado durante mucho tiempo como un santo popular, Hernández se ha convertido en un símbolo de bondad y abnegación para muchos venezolanos. Ayudó a pacientes pobres durante la pandemia conocida como la “Gripe española” en 1918. Cuando Venezuela sufrió un bloqueo por parte de potencias extranjeras a principios del siglo XX, Hernández fue el primer hombre en la Parroquia de Altagracia en Caracas en unirse a la milicia contra la amenaza de invasión extranjera.

● El Instituto Simón Bolívar para la Paz y la Solidaridad entre los Pueblos, expresa su solidaridad con los movimientos populares colombianos que llevan varios días realizando un paro nacional y enfrentan la represión criminal del gobierno de Duque. Esperamos que los colombianos puedan llevar pronto a su nación por un camino de paz verdadera y justicia social.

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