Vietnam | Ron: No puede haber garantía de paz si no reposa sobra las bases de la justicia social

El presidente del ISB intervino en este importante espacio con el tema: «Confrontando la máquina de guerra del imperialismo. La lucha global por la paz, la justicia social, la soberanía nacional y el medio ambiente»

Este viernes 25 de noviembre de 2022, se celebró en Vietnam la Conferencia de Paz de Hanói, como parte de la XXII Asamblea del Consejo Mundial de la Paz, con la presencia de 200 delegados y delegadas, incluyendo una centena de invitados internacionales.

El presidente del Instituto Simón Bolívar para la Paz y la Solidaridad entre los Pueblos, Carlos Ron, intervino en este importante espacio con el tema: «Confrontando la máquina de guerra del imperialismo. La lucha global por la paz, la justicia social, la soberanía nacional y el medio ambiente».

Durante su participación abogó por la necesidad de seguir defendiendo la paz, el acompañamiento solidario a la lucha de pueblos como el palestino y el saharaui en la búsqueda de su soberanía plena; así como el rechazo a las medidas coercitivas y unilaterales que impone Estados Unidos en el contexto de las acciones de guerra híbrida, no convencional, contra naciones que rompieron cadenas con su política capitalista y neoliberal.

Además, saludó los diálogos de Paz establecidos entre el Ejercito de Liberación Nacional y el gobierno de Colombia; y el proceso de diálogo entre el Gobierno que dirige el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro y sectores de la oposición.

A continuación el texto integro de su ponencia:

Desde el Instituto Simón Bolívar para la Paz y la Solidaridad entre los Pueblos, de Venezuela, celebramos este espacio de la Conferencia de Paz de Hanói, porque si algo se ha puesto en riesgo en los últimos meses, ha sido precisamente la defensa de la paz.

El mundo de hoy se encuentra en crisis ante la pérdida de hegemonía por parte de la superpotencia que se había venido imponiendo desde el final de la Guerra Fría. Es un mundo de grandes riesgos, pero también de grandes oportunidades. El Libertador Simón Bolívar planteaba desde 1814 la necesidad de establecer el “equilibrio del universo” y retomando su pensamiento, el Comandante Hugo Chávez llamaba por la construcción de un mundo “pluripolar”, donde en la diversidad de sistemas, se pudiera acordar el respeto y la cooperación, para que en ese nuevo mundo prevalezca la paz.

La crisis del modelo de acumulación del capital – ese mismo modelo que hoy amenaza con acabar de manera definitiva con el único planeta que tenemos; ese mismo modelo que demostró su fracaso para confrontar una pandemia, donde en países ricos se contaba con 5 vacunas por habitante cuando en países en vías de desarrollo no lograban si quiera alcanzar a recibir una primera dosis – nos ha conducido a una escalada bélica sin precedentes, donde estamos cada vez más cerca de una confrontación nuclear. Nuestro principal desafío en esta coyuntura es reiterarle al mundo que la paz debe ser siempre la mejor opción.

La resolución del conflicto en Ucrania jamás estará en el armamento que la OTAN le brinda a Ucrania, ni en los más de 19 mil millones de dólares que Estados Unidos ha invertido en prolongarlo. La resolución está en alcanzar una negociación diplomática que ponga fin al conflicto y brinde garantías reales de seguridad para todas las partes.

La resolución está en confrontar la máquina de guerra imperialista desde donde se originan el conflicto. Si no vemos de manera integral el problema de la guerra, corremos el riesgo de como dijo una vez el gran Ho Chi Minh, de intentar matar a la serpiente pisándole la cola. La maquinaria imperialista de guerra también es responsable por cerca de 40 conflictos invisibilizados en los grandes medios de comunicación, donde hay víctimas, daños y secuelas terribles. No podemos hablar de paz mientras persista la agresión al pueblo palestino o mientras el pueblo saharaui tenga que combatir por su autodeterminación, por dar 2 ejemplos.

Es necesario trabajar por la paz. En Venezuela celebramos que esta semana hayan comenzado los diálogos de paz entre el Ejército de Liberación Nacional y el Gobierno de Colombia para poner fin al conflicto en la región y consolidar a América Latina y el Caribe como Zona de Paz, según acordamos en La Habana, en 2014, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños. En medio de un contexto mundial tan adverso, desde América Latina podemos celebrar que en Colombia haya un nuevo gobierno colocando la paz interna y la diplomacia con Venezuela como sus prioridades, así como celebramos que la victoria del compañero Lula en Brasil, constituya un freno a las pretensiones del neofascismo.

Hace apenas algunas horas también se anunció un avance en el diálogo entre el Gobierno Bolivariano y el sector extremista de la oposición que depende de los Estados Unidos, que permitirá que el pueblo venezolano recupere recursos ilegalmente retenidos en el exterior, para que sean destinados a la atención social y a la recuperación de infraestructura en las áreas de salud, alimentación y servicios públicos.

Este avance nos permite reconocer que, en todos estos años de medidas coercitivas ilegales, de la estrategia de máxima presión de Trump contra nuestro país, ha valido la pena que nuestro pueblo haya resistido y apostado por la paz y que, junto al gobierno revolucionario, hayamos derrotado los intentos de imponer la violencia fascista en las calles, y se haya mantenido la unidad de las fuerzas revolucionarias y populares en torno al proyecto socialista, construido no a partir de dogmas, sino al calor de la resistencia popular, bajo un constante proceso de revisión y renovación para renacer como proyecto político y revolucionar, con audacia, para garantizar la defensa de la soberanía nacional y la dignidad de la población.

Confrontar la maquinaria imperialista es también denunciar todas sus formas de hacer la guerra. Contra Venezuela se puso en marcha el modelo de guerra híbrida, de carácter multiforme, donde más allá de las armas convencionales, se emplean herramientas políticas, económicas, financieras, diplomáticas, mediáticas, con el mismo fin de desestabilizar al país, socavar la voluntad del pueblo venezolano, propiciar un cambio de gobierno, apoderarse de los recursos del país y someter a nuestro pueblo al sufrimiento. Es por eso que nosotros exigimos hoy el fin inmediato a las agresiones producto de medidas coercitivas unilaterales contra Venezuela y contra todos los países del mundo. Estas medidas son un castigo colectivo y constituyen una violación de derechos humanos y un crimen de lesa humanidad.

A casi 200 años de la Doctrina Monroe con la que Estados Unidos ha pretendido adueñarse del destino de los pueblos americanos, el imperialismo tiene nuevas formas y expresiones. Lo vemos en el fundamentalismo religioso que promueve una agenda retrógrada y que pretende despolitizar a nuestros pueblos. Lo vemos en la voracidad financiera que impone a los pueblos la austeridad. Y lo vemos también disfrazado en agendas humanitarias utilizando a organizaciones no gubernamentales para financiar la desestabilización y cooptar a nuestros movimientos populares.

Bajo la Doctrina Monroe, con pretextos humanitarios, se han planificado intervenciones, invasiones, y ocupaciones militares imperialistas. La solución nunca está en el militarismo, ni en la guerra, ni en el tutelaje. En lugares como nuestras hermanas Haití y Puerto Rico, hay que defender soluciones donde el pueblo pueda expresar su voluntad y tomar control sobre sus destinos, no intervenciones con intereses colonialistas.

De la historia de Vietnam, aprendimos que los pueblos decididos a ser libres pueden enfrentar la maquinaria imperialista, vencer y construir un futuro digno para sus pueblos. Sigamos haciendo frente a todas las expresiones del imperialismo como el lawfare que pretende desconocer la voluntad democrática como hemos visto en Ecuador, Argentina o Brasil. Los bloqueos como hemos visto en Cuba, que enfrenta calumnias y sabotajes de todo tipo con la mayor dignidad y la mayor solidaridad posible: Un país que en medio del bloqueo logró desarrollar sus propias vacunas para compartirlas con la humanidad. La solidaridad, los valores humanistas, la apuesta por la justicia social, la visión socialista de defender el bienestar colectivo, son los valores que, en esta crisis de modelo civilizatorio, podemos ofrecer a la humanidad: una utopía concreta y realizable.

El imperialismo amenaza hoy al mundo con imponer un supuesto orden internacional basado en reglas: unas reglas desconocidas para la mayoría de los pueblos, las cuales no son producto de ningún consenso sino de intereses imperialistas. Es importante, para defender la paz, defender los valores ya consagrados por un consenso verdadero multilateral, en la Carta de las Naciones Unidas. Es importante también rechazar los intentos de arrastrarnos a la mentalidad de la Guerra Fría y dividirnos cuando lo más necesario en este momento es la unidad para enfrentar los grandes dilemas de la humanidad.

No puede haber garantía de paz, si ésta no reposa sobra las bases de la justicia social. Estamos llamados también a recuperar nuestras banderas populares. Los derechos humanos son bandera nuestra, no permitamos que sea un instrumento de persecución en manos del imperialismo. La libertad de expresión y de los presos de conciencia como Milagro Sala, Julian Assange o Alex Saab, son banderas nuestras, no del imperialismo y sus agendas.

La defensa del planeta es bandera nuestra. Acompañamos iniciativas como la propuesta de los presidentes Petro y Maduro, de retomar, junto al presidente electo Lula, conversaciones para la defensa y protección eficiente de la región amazónica. Pero nuestro movimiento debe ir más allá y reclamar el fin de los conflictos bélicos como parte de la lucha por la paz. La industria militar y armamentista es hoy una de las principales contribuyentes al cambio climático. La paz es fundamental si queremos mantener la vida.

Finalmente, camaradas, agradecemos profundamente la invitación a este espacio del CMP y la hospitalidad del pueblo vietnamita. Reiteramos nuestro interés de seguir participando en este espacio, levantando las banderas de la paz y la solidaridad, rechazando al imperialismo y apostando por la unidad de las fuerzas populares, de los movimientos pacifistas y de la clase trabajadora alrededor del mundo.

Ocupemos los espacios multilaterales, tengamos presencia colectiva en más debates, demostremos solidaridad activa con nuestra presencia donde sea necesaria para promover la paz. En nuestros esfuerzos conjuntos, camaradas está la victoria de la paz.

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